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10 de diciembre de 2010

PARA REFLEXIONAR

El Peso del Pecado


Un predicador acababa de invitar a sus oyentes a arrepentirse, cuando un joven exclamó: -Usted habla del peso del pecado. Yo no lo siento -- ¿Cuanto pesa? ¿Veinte kilos, cien kilos?

-Dígame -le pregunto el predicador-, si usted pusiera un peso de cien kilos sobre el pecho de un hombre muerto, -¿Lo sentiría él? --No, ya que esta muerto -Contestó el joven.

El predicador prosiguió: -Pues bien, el hombre que no siente el peso del pecado esta moralmente MUERTO.

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